Las desigualdades de género todavía están profundamente arraigadas en la sociedad. En todo el mundo, las mujeres sufren la falta de acceso a un trabajo decente, se ven privadas de sus derechos a la educación y a la atención médica, al tiempo que sufren una violencia y una discriminación generalizadas. Además, sus voces están infrarrepresentadas en los procesos de toma de decisiones políticas y económicas.
Las cooperativas son instituciones clave para empoderar a las mujeres y lograr la igualdad de género. Favorecen la democracia económica permitiendo a las mujeres alzar la voz, crear sus propias oportunidades laborales y superar la exclusión económica. Su emancipación económica contribuye a mejorar sus medios de vida y las dinámicas de género a nivel familiar y comunitario.